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sábado, 16 de noviembre de 2013

Los colores otoñales.


El otoño es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor.


¡Delicioso otoño! Mi alma está muy apegada a él, si yo fuera un pájaro volaría sobre la tierra buscando los otoños sucesivos.


Hay una armonía en otoño, y un brillo en su cielo, que durante el verano no se escucha o se ve, como si pudiera ser, como si no hubiera sido.

Cada hoja habla de felicidad para mí, agitando los árboles de otoño.

No puedes ocultar tus verdaderas intenciones al acercarte al otoño de tu vida.


Era uno de esos días perfectos de otoño inglés que se producen con más frecuencia en la memoria que en la vida.














El otoño siempre ha sido mi estación favorita. El momento en que estalla todo con su belleza pasada, como si la naturaleza hubiera estado ahorrando todo el año para el gran final.

Si no siembras en la primavera, no cosecharás en otoño.


El invierno es una agua fuerte, primavera una acuarela, un óleo de verano y otoño un mosaico de todos ellos.

No existe belleza primaveral, ni el verano tiene tanta gracia, como el que he visto en un rostro otoñal.


Ahora el fuego del otoño quema lentamente por el bosque y día a día las hojas muertas caen y se funden.


Nada es más fugaz que la forma exterior, que se marchita y se altera como las flores del campo en la aparición del otoño.

domingo, 20 de octubre de 2013

Los frutos del otoño.

Espíritu ganador es luchar por la victoria sin descanso. Espíritu ganador es ser el número uno y seguir siendo tal como eres. Es el coraje que crece dentro de tí y te hace más fuerte. Es eso que no deja que te rindas... ¡nunca!



Espíritu ganador es la fuerza, el empuje, la decisión. Es aprender de las derrotas y de las victorias. Es levantar la cabeza y mirar al frente seguro de uno mismo. Espíritu ganador es saber quién eres y hacia dónde vas.




sábado, 28 de septiembre de 2013

Se acabó el verano y comienza el otoño.

Cuando se va por la calle en un día de otoño pasan miles de cosas. De repente es agradable sentir como se enfrían las manos, sentir como cada parte del cuerpo pierde un poco de calor. A veces es agradable sentir como cada poro grita en agonía, liberando la última partícula de calor. Es deliciosa la sensación de frío en la piel de lana. Hay magia en cada instante, justo antes de pararse por un abrigo y ver como cada milímetro del cuerpo te da las gracias. Es delicioso ver como cada rincón tiene un escalofrío al acostumbrarse al nuevo estado. Es gentil el calor que roza el alma y te deja en calma. En un día de otoño pasan muchas cosas. Como el momento justo de encontrarse una fría moneda, cogerla aún húmeda, y ver que hay para tomarse un café. Sintiendo así como ríos de amargas e hirvientes aguas inundan el espacio; sintiendo como los dedos y manos se vuelven ligeramente rojos.




















En los días de otoño no hay cosa más agradable que saludar a la gente. La gente lleva consigo el delicadísimo aroma del frío, del viendo, de las brisas que vuelan y revuelan. Son esas esporas de hojas en el cabello, son mejillas sonrojadas, son narices medio congeladas, son esos ojos cegados por el claro color del cielo, son esos hombros recubiertos de ropa.

 



En los días de otoño pasan miles de cosas. Como ver las hojas caer y alfombrar eternas calles grisáceas, limpias de polvo y mal. Como invisibles e insensibles minúsculas gotitas lavan el tiempo, limpian las marchitas flores y almidonan los ya erectos postes de luz. Pasan cosas como ver nacer nuevas rosas, ver morir viejas flores de estación, ver reaparecer sonrisas melancólicas y poetas delineando cuadernos.






En días de otoño pasa que cambia la percepción. El color dorado, amarillo, rojo o algo así inundan cada calle, cada esquina, cada mano salida del suelo. Todos los desinhibidos árboles se unen en un festín nudista y los recatados solo animan la fiesta con sus silenciosas palmas. Hay íntimos momentos en divanes de pasto, fugaces, entre dos hojas o dos perros o dos amantes sinceros.












En otoño, cuando hace frío, te prometo que te recuerdo y pienso que al ir por la calle tu otrora grandeza, primavera, se ve muy diezmada por tanto atractivo en el aire. Casi siento lástima por ti, casi, de no ser por el casi, de no ser porque prefiero mil veces a este galante hombre de rojo.